Cada una de estas mujeres, al pasar por el filtro del cristianismo misógino de los hombres que pusieron por escrito sus propias interpretaciones y reinterpretaciones de unos mitos que no sólo no entendían, si no que les asustaban, acabaron representando diferentes aspectos negativos del ser humano y siendo ellas las responsables de todas las desgracias que van a acontecer. Ni siquiera Ginebra, la incorporación a la leyenda a la que se le dará la perspectiva más cristiana, se salvará de ello. Será su relación adúltera (con Lancelot en unas versiones y en otras con Mordred) la que traiga el desastre y la oscuridad a un mundo mágico, lleno de esperanza, orden y de los valores inmortales que a través de la cultura caballeresca que se desarrolló con los textos artúricos de tradición francesa, nos van a acompañar ya para siempre:
- Lealtad.
- Generosidad.
- Igualdad.
- Valor.
- Templanza.
- Fe.
- Humildad.
- Defensa de los más desfavorecidos.
- Perseverancia.
- Honor.
- Gentileza.
- Justicia.
- Propósito.
Unos valores que asignaban a los hombres y que en realidad sólo cumplían entre ellos. Eran unos valores para la batalla y para las relaciones masculinas, A las mujeres, más allá de la promesa de defensa que hacían a sus señores, señoras, y de defender a todos los desprotegidos, ni les eran leales, ni eran justos con ellas, ni siquiera gentiles, en muchos de los episodios que a lo largo de la saga podremos descubrir tenían un doble rasero que si no fuera por lo acostumbradas que ya estamos al mundo patriarcal, nos dejaría de piedra.